Aproximaciones al cuerpo distante.
Por Jorge Reynoso Pohlenz.
A diferencia de otras épocas, cuando un artista contemporáneo decide encarar la representación del cuerpo no lo hace de manera obligada por las convenciones de su oficio, sino como una elección creativa; hace mucho tiempo que se agotó el aparente debate entre figuración y abstracción, como posiblemente se agote algún día la supuesta dicotomía entre lo plástico y lo conceptual. Esta elección por la figura humana implica en la actualidad no sólo encarar como novedad cotidiana de una práctica creativa al cuerpo y a su imagen – la propia y la ajena – sino también asumir una abultada historia de su representación y de las técnicas artísticas, una historia que hace mucho tiempo ha sobrepasado el territorio de las llamadas “artes liberales” y se extiende, de manera cada vez más accesible, hacia otras profesiones de producción de imagen, otras manifestaciones culturales y a los modelos nutridos por la mercadotecnia; una historia abrumadoramente vasta a la que ahora se le agrega la habilitación tecnológica de la mayoría para el ejercicio del retrato. Las nuevas técnicas de reproducción, procesamiento y mediatización de la imagen han hecho a las imágenes del cuerpo y de la identidad cosas ubicuas, aunque no necesariamente esta creciente mediatización de la corporeidad y las identidades ha contribuido a hacerlas más tangibles; a veces, la sobresaturación es una forma de invisibilizar.
Los artistas reunidos en la exposición “Aproximaciones al cuerpo distante” coinciden en insistir en la exploración plástica de la figura. Muchas veces, las técnicas de representación se basan en medios añejos, pero necesariamente se renuevan en el ejercicio periódico de ejecutar el medio y de desarrollar la relación entre la mirada y los instrumentos de ejecución y los soportes. La fuente que arranca el ejercicio ya no es siempre la relación presencial con el modelo, aunque se sigue esperando que el ejercicio plástico revele del sujeto y de la ejecución algo sobre el cuerpo y la identidad que no resulta evidente de manera inmediata, ni en la fuente de la imagen ni en los medios de su representación; en una época de abundancia iconográfica, los artistas figurativos (así como muchos que no lo son) andan buscando otra cosa; esa búsqueda alterna puede coincidir con la de otro agente del arte al que le podemos llamar observador o espectador, y en el caso afortunado de esta exposición es su contemporáneo, su “compañero de viaje” en el tiempo. Asimismo, podríamos suponer que el contexto del que los artistas se nutren es la realidad cotidiana, pero uno de los grandes retos creativos actuales es poner en entredicho las concepciones impuestas a los sentidos de realidad y proponer formas alternativas de concebirla y socializarla.
Provocar la reflexión desde el arte de la identidad y el cuerpo es un asunto que, desde las disciplinas creativas, resulta parte evidente de nuestra condición reciente, pero la contingencia sanitaria, que nos obliga al distanciamiento, ha recalcado una necesidad de encontrar resonancia desde los agentes creativos. A partir de la expectativa existencial sobre el devenir mediato y desde distintas modalidades de aislamiento, en las que hemos recurrido aún con mayor frecuencia a los medios virtuales, todos hemos pensado en nuestra propia condición humana y en las formas en que interactuamos con los otros; las tensiones entre lo tangible y lo intangible adquieren sentidos que habían estado adormecidos y el cuerpo, como forma sensible y superficie inmediata de interlocución entre la identidad y el mundo, renueva su protagonismo, mismo que se refleja en esta exposición virtual que reúne obras de creadores jóvenes, con técnicas y aproximaciones distintas, pero igualmente interesados en lo que las artes visuales pueden decir ahora sobre nuestra representación y sobre la vigencia de los medios plásticos como ejercicio creativo contemporáneo.
Jorge Reynoso Pohlenz
Curador
Ciudad de México, julio de 2020